“…Entre otras aristas, las estrategias plantean que las preguntas realizadas a los estudiantes requieran respuestas más allá de afirmaciones o negaciones simples; que los errores de los estudiantes sean empleados sistemáticamente para estimular el diálogo; que la participación de los estudiantes sea constantemente requerida. Los tipos de preguntas son cruciales para la aparición del refutador (Cervantes-Barraza et al, 2019), y con las debidas cautelas (Dewsbury y Brame, 2019) las oportunidades de participación motivan y desaf ían a los estudiantes(Meece et al, 2006), el correcto uso de los errores es una eficiente garantía de ambientes seguros de validación y de espacios dialógicos (Díez-Palomar, 2017), necesario para que los estudiantes ofrezcan diferentes aserciones y una eventual argumentación colectiva(Solar y Deulofeu, 2016).Lo que se busca en argumentación no es por tanto que el saber docente(Ellis et al, 2019) pase a un segundo plano, sino que su gestión se potencie desde habilidades blandas (Plass y Pawar, 2020), como es la solidaridad del colectivo (Díez-Palomar, 2017) para producir una sinergia virtuosa no competitiva en el aprendizaje de las matemáticas(Rodríguez, 2022;Zhuang y Conner, 2022) donde el estudiante gane protagonismo(Solar, 2018) frente a un currículo rígido.D. Gómez-Meneses y H.Solar-Bezmalinovic REXE 22(50) (2023), 82-98…”