“…Ahora bien, esto es así siempre y cuando los sonidos se hagan tangibles mediante su representación gráfica, en nuestro caso con letras de plástico, de modo que los niños puedan manipularlos. Estos resultados confirmarían los encontrados por otros autores sobre la influencia de los procesos fonológicos en la adquisición del lenguaje escrito (Ball y Blachman, 1991;Blachman, Ball, Black y Tangel, 1994;Bradley, 1988;Bradley y Bryant, 1985;Byrne, Fielding-Barnsley, Ashley y Larsen, 1997;Carrillo, 1994;Cunningham, 1990;Domínguez-Gutiérrez, 1994;Hatcher, Hulme y Ellis, 1994;Lie, 1991;Lundberg, Frost y Petersen, 1988;Wagner, Torgesen y Rashotte, 1994), sobre todo cuando combinan el entrenamiento en habilidades fonológicas con la enseñanza de las correspondencias gráficas de los sonidos. Por tanto, parece que no es sólo la mejora de las habilidades fonológicas lo que influye sino la combinación de la explicitación de los segmentos de las palabras con el aprendizaje de las RCFG.…”