“…Será preciso añadir, por un lado, que las condiciones de pobreza no necesariamente disminuyen la frecuencia con que un sujeto consume objetos de valor meramente simbólico, así, el consumo de conciencia está movilizado por una especie de anhelo de acceder al éxito económico y/o empresarial a través de la vía de la potencialización del self. Es menester señalar aquellas integraciones contemporáneas entre los discursos espirituales de Nueva Era basados en las noción de conciencia señaladas, con el management y las redes de mercadeo, que toman fuerza en distintos países de América latina, estas hibridaciones, constituyen puentes entre la vida productiva de las distintas clases sociales y los universos simbólicos del capitalismo (Funes, 2016;Zúñiga, 2014). Así, quienes participan en estos emprendimientos no solo pertenecen a grandes elites, sino a clases bajas esperanzadas en la prosperidad.…”