“…En una era calificada de posmoderna (Bauman, 1992, 1993, Jenkins, 1995, Izquierdo Martín y Sánchez León, 2008Botella, 2017;Tamm y Burke, 2018), el estatus científico y aséptico de las explicaciones emanadas de las disciplinas que tratan del pasado, incluida la histórica, ha sido puesto en tela de juicio desde distintas perspectivas (como el feminismo, los estudios post-y des-coloniales y los media studies). Uno de los cuestionamientos de las historias canónicas proviene del empleo de la narrativa que distingue el pasado, como una realidad caótica y pretérita de la que conservamos algunos vestigios, de la historia, como un proceso de interpretación y articulación de las fuentes en una narrativa convencional (Jenkins, 1995(Jenkins, , 1997(Jenkins, , 2003Jenkins y Munslow, 2004;Munslow, 1997Munslow, , 2000Munslow, , 2003Munslow, , 2012Munslow y Rosenstone, 2004;Tamm, 2014Tamm, , 2015White, 1992). De esa tradición narrativa beben los juegos de estrategia ambientados en el pasado, extremadamente populares en el formato juego de tablero, ya que favorecen un tipo de interpretación del pasado colonizadora, imperialista, militarista, teleológica, occidentalizada y patriarcal (Chapman, 2013;Donecker, 2014;Douglas, 2002;Voorhees, 2009;Poblocki, 2002).…”