“…Por ejemplo, el ayatola Ali Jamenei, en diversas oportunidades, expresaba a sus hermanos correligionarios de la región que los eventos desarrollados en países como Túnez, Egipto, Libia y Bahréin eran la continuación del mismo despertar islámico que ocasionó la Revolución iraní de 1979. Sin embargo, ante circunstancias equiparables en Siria, su postura fue completamente diferente, pues asoció los levantamientos a teorías conspiratorias, a la ilegítima interferencia de poderes extranjeros, y en consecuencia reafirmó el apoyo a una solución que no condujera necesariamente a la salida del poder del presidente Bashar al-Assad (Alfoneh, 2011;Fürtig, 2014). Ante estas circunstancias, es oportuno cuestionar esta ambivalencia; ¿por qué estas sublevaciones en Siria no tuvieron el mismo apoyo de Irán que obtuvieron los levantamientos y revueltas en Túnez, Egipto, Libia y Bahréin?…”