La relación formal que la historiografía artística siempre ha advertido entre el desaparecido Crucificado de la iglesia madrileña de Gracia y el Cristo del Desamparo de Escurial, nos ha permitido, una vez autorizado el Cristo de Gracia como obra de Luis Salvador Carmona a partir del Compendio de 1775, concluir la larga serie de atribuciones que ha tenido el de Escurial y proponer a Carmona como autor de su hechura, teniendo en cuenta, además, la documentada procedencia madrileña de la obra. Forma pareja con una Dolorosa de la misma fecha, 1730-1732, que el artista talló junto al Crucifijo cuando aún trabajaba en el taller de su maestro Juan Alonso Villabrille y Ron, una etapa inicial de su trayectoria aún poco conocida y en la que hemos logrado situar las tres obras citadas. Las esculturas de Cristo también nos suministran el modelo vivo del Crucificado tan poco frecuente en Carmona.