“…Los productos escaldados, antes de almacenar en congelación o antes del enlatado, son más estables en términos de color, sabor y olor, conservando la calidad durante periodos más largos comparados con los productos sin escaldar. No obstante, los tiempos de escaldado deben ser calculados rigurosamente con el fin de evitar la destrucción de componentes nutricionales (como las vitaminas) y evitar los cambios de textura y cambios de color indeseables por el consumidor (Gamboa-Santos et al, 2012;Jaiswal et al, 2012;Ruiz-Ojeda y Peñas, 2013;Iribe-Salazar et al, 2015;Jeevitha et al, 2015;Xiao et al, 2017;Wang et al, 2017).…”