“…Los estudios realizados con niños y niñas ponen de manifiesto que suelen considerar `como propio de chicos o de chicas` lo que la publicidad les ha presentado como tal (Huston, Greer, Wright, Welch, & Ross, 1984; Lewin‐Jones & Mitra, 2009), estereotipos que el grupo de iguales suele reforzar (Blakemore, Berembaum, & Liben, 2009). No es menos cierto, sin embargo, que como cualquier discurso socialmente construido, también el de la publicidad puede ser deconstruido y modificado por otro discurso (Falcón & Díaz-Aguado, 2014; García, 2009) y que la infancia es activa en la construcción de su identidad (Davies, Buckingham, & Kelley, 2000), incluida la de género (Duvall, 2010), pudiendo detectar y modificar el sexismo procedente de la publicidad. Esta capacidad podría estar disponible de forma bastante sofisticada desde la edad de diez años, al requerir procesos de comparación social y cuestionamiento moral a situaciones creadas por adultos (Brown & Bigler, 2005), y en ella podría ejercer una influencia decisiva el grupo de iguales (Diemer, Kauffman, Koenig, Trahan, & Hsieh, 2006).…”