“…Todos ellos conformaríanante la falta de un aparato estructurado y centralizado capaz de articular una fuerte identidad profesional, como lo sería la escuela para los maestros/docentes-, un criterio organizador desde el que poder explicar la educación social como profesión. Siguiendo la estela del trabajo desarrollado por estos autores, cabría añadir también el papel de las instituciones donde se trabaja, en tanto que escenarios en los que vemos concretar los saberes técnicos y las múltiples prácticas profesionales del trabajo social y educativo (Pereira y Solé, 2013). En efecto, es en las instituciones, en los lugares de trabajo concretos, donde los profesionales producen discursos y saberes en torno a la actividad que despliegan, sea para justificar sus prácticas o para distanciarse (críticamente) de ellas cuando no se ajustan al ethos profesional.…”