Es habitual que nuestros alumnos, en ciertos momentos, experimenten emociones que bloquean su aprendizaje. Una vez en esta situación, la mayoría no saben qué están sintiendo y tampoco saben cómo dominarlo. Por eso es crucial ofrecerles ayuda en la identificación y el manejo de sus emociones. De aquí surge el Proyecto Wonderwall, que sitúa al estudiante en el centro del proceso de enseñanza-aprendizaje a través del desarrollo de las inteligencias intra e inter-personales. Fue denominado así porque todos los recursos desarrollados fueron presentados en una pared del aula, donde los alumnos podían acudir siempre que lo necesitaran, para trabajar las emociones, haciéndose preguntas a sí mismos para entender qué sentían y cómo controlar lo que sentían. Pretendía fomentar la autonomía del alumno en la gestión de sus emociones, de forma que sea él mismo el que logre alcanzar el estado emocional adecuado para el desarrollo de su aprendizaje El primer paso para enseñar a los alumnos a ser inteligentes emocionalmente es dejar que experimenten sus propias emociones, e identificar con ellos qué señales y rasgos caracterizan cada una de ellas para poder analizar si son positivas o negativas. Una vez que los alumnos saben cómo identificar sus emociones, pasamos a la fase más ambiciosa: el manejo de éstas. Se les ofrece a través de displays, diferentes pautas, estrategias de afrontamiento, para canalizar lo que sienten; siendo diferentes para cada emoción. Todas ellas con un alto componente motriz, que pueden ser fácilmente extrapoladas a diferentes contextos de la vida diaria.Abstract. It is common for our students to at times experience emotions that block their learning. When that happens, the majority do not recognize what their feelings are and how to control them. This is the reason why it is crucial to help them identify and handle their emotions. From this idea, the Project Wonderwall emerged, which situates students at the center of the teaching-learning process through the development of intra and inter-personal intelligences. The project name comes from the fact that all resources used were presented in one of the class walls. Students had the opportunity to go there whenever they needed, to work on their emotions, asking themselves questions to understand what they were feeling and how to control them. The goal was to promote students’ autonomy handling their emotions, as well as to help them achieve by themselves the correct emotional state to keep on learning. The first step to teach students to be emotionally intelligent is to let them experience their own emotions, and identify with them which signals and traits characterize each of them so to understand whether they are good or bad. Once students know how to identify their emotions, teachers can move to the most ambitious phase: how to handle them. Students are offered coping strategies, different guidelines for each feeling, and other methods to channel their emotions. They all involved high motor demands, which can be easily used in different daily life contexts.