“…Pese a los beneficios señalados y a la necesidad de tomar medidas para aumentar la financiación de las pensiones y reducir su gasto, cabe advertir del riesgo de que este tipo de medidas sirvan de coartada a unas políticas de pensiones orientadas fundamentalmente hacia la reducción del gasto, de forma que dicha compatibilización deje de ser un complemento o una opción del trabajador y se convierta en una herramienta necesaria u obligatoria para poder subsistir en condiciones de dignidad con unas pensiones cada vez más reducidas e insuficientes (Cavas, 2017b, p. 189). Situación que, por otro lado, supondría un aumento del riesgo en materia de seguridad y salud para algunos trabajadores dependiendo del tipo de trabajo y estado físico, pues resulta innegable que las capacidades físicas en edad de jubilación activa se encuentran mermadas y que cada tipo de trabajo exige unas determinadas aptitudes y condiciones de salud (Barceló, 2016;Guindo, 2019;Rodríguez, 2019). De hecho, «[l]os trabajadores de edad avanzada son los que sufren accidentes más graves, con una tasa de mortalidad superior a la media» (Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, 2015, p. 15).…”