El propósito de este escrito es reflexionar sobre los principios constitucionales del sistema tributario, dado que la existencia de ciertos beneficios en el mismo, dispuestos por la legislación, se han vuelto un elemento distorsionante e inequitativo para la tributación. Para corregir esta particular forma de promover la regresividad, el Estado podría hacer una revisión de dichos beneficios o impulsar un gasto social más eficiente, de modo que debe contar con una carga tributaria más equitativa; es decir, para generar los efectos distributivos justos es fundamental que el sistema de financiamiento no sea regresivo, esto es, que no recaiga en mayor medida sobre las personas con menores ingresos. Esto obliga a pensar que el sistema tributario debería guardar un equilibrio razonable característico de un sistema fiscal exitoso, saludable, equitativo y racional. Por tanto, su racionalidad estaría asociada a la aplicación adecuada y conjunta de los principios constitucionales en la estructura tributaria en sus diferentes órdenes y no solamente a ciertos impuestos en particular. Evidentemente, los principios no bastan para reunir todas las condiciones de un sistema tributario racional, pero abarcan condiciones mínimas sin las cuales no es posible hablar de racionalidad en el mismo.