Los trabajadores sociales tienen unas elevadas exigencias laborales como consecuencia, entre otros factores, de la excesiva burocratización de las organizaciones de servicios sociales. Ante esta realidad, durante su proceso formativo, los estudiantes de trabajo social deben desarrollar competencias emocionales para hacer frente a estas demandas profesionales que pueden afectar a su bienestar y rendimiento laboral. Se realizó un estudio descriptivo y correlacional de corte transversal del que participaron 187 estudiantes del primer y segundo curso (n = 105 y n = 82, respectivamente) de Trabajo Social de la Universidad de Málaga (España). El 89.30 % eran mujeres y la edad promedio fue de 20.38 años (DT = 3.35). Se desarrolló un modelo de regresión lineal múltiple para evaluar el papel predictor de la inteligencia emocional (atención emocional, claridad emocional y reparación de las emociones) sobre la felicidad subjetiva percibida en estudiantes de trabajo social. La claridad emocional y la reparación de las emociones fueron predictores significativos positivos de la felicidad subjetiva, mientras que la atención emocional fue un predictor significativo negativo. Los estudiantes y futuros trabajadores sociales tienen que entender y manejar sus estados emocionales, de tal manera que les permita tanto afrontar sus propias frustraciones como constituirse en referentes de los usuarios para imponerse a sus dificultades. Se corrobora la necesidad de fomentar la inteligencia emocional entre los estudiantes y futuros trabajadores sociales, ya que esto constituye un factor de protección que puede aumentar su bienestar y concretamente, su felicidad subjetiva. Las experiencias de afecto negativas que sufren los trabajadores sociales demandan planes de estudio en los que se fomente la inteligencia emocional.