“…Para condensar lo dicho, a las concepciones de la ironía que trascienden la simple etiqueta del ornato o del tropo y la proponen, más bien, como contradicción consentida (Mizzau, 1984), contraste argumentativo (Ballart, 1994), contradicción más general (Schoentjes, 2003), categoría prototípica (Kalbermatten, 2006), estrategia de cortesía (Alvarado-Ortega, 2005y 2009, habilidad metarrepresentacional (Ruiz-Gurillo, 2008), negación contextual de una inferencia (Grupo GRIALE, 2009), semejanza incongruente (Kočman, 2011) o contradicción inferida (Alba-Juez, 2014) y a tantas otras que aquí hemos glosado, quisiéramos sumar, desde nuestro interés investigativo, la idea de una ironía como dispositivo32 de diversos tipos: retórico33, que consigue efectos de adhesión en el auditorio gracias a su polifonía y su fuerza suasoria (Sopeña-Balordi, 1997;Ruiz-Gurillo, 2012;Arrieta, 2013, Yus-Ramos, 2016a; socio-discursivo34, que vehicula funciones de "evaluación, ataque verbal y diversión" (Alba-Juez, 2002: 558); carnavalizante35, que subvierte las infraestructuras textuales, la textualización y la responsabilidad enunciativa (Bajtín, 1976(Bajtín, , 1987(Bajtín, , 2000Grupo GRIALE, 2004y Ducrot, 1984y Ducrot, , 1986 32 Pensar la ironía como dispositivo no es del todo ajeno a la idea foucaultiana. Aunque rebase por completo los propósitos de nuestra investigación, nos atrae, para futuros trabajos, barajar sus relaciones; por ejemplo, nos resultan familiares las apreciaciones de Deleuze, en términos de que el dispositivo -para Foucault-es "una especie de ovillo o madeja", dotado de una arquitectura (en nuestro caso, textual) y compuesto por "líneas de visibilidad, de enunciación, líneas de fuerzas, líneas de subjetivación, líneas de ruptura, de fisura, de fractura que se entrecruzan y se mezclan, mientras unas suscitan otras a través de variaciones o hasta de mutaciones de disposición" (Deleuze, 2000: 158-159).…”