Actualmente la agricultura es considerada un eje central del conocimiento botánico tradicional (CBT) el cual está relacionado a la estructura social de una comunidad y a los factores ambientales presentes en una región. Entre las características que distinguen el CBT se encuentra su relación directa con el medio natural, en donde se ponen en práctica, entre otras cosas, criterios de selección y toma de decisiones, factores culturales y simbólicos que permiten definir a una población como particular y distinta de otra. Esta tesis plantea el caso de frutales introducidos como los “duraznos” -Prunus persica (L.) Batsch-, cultivo que actualmente- y desde el período colonial- forma parte del paisaje biocultural de la Quebrada de Humahuaca, no sólo como elementos conspicuos sino también como parte de los sistemas tradicionales de manejo, selección, clasificación y apropiación que se visualizan a través de términos tales como “duraznos de la Quebrada”. El objetivo principal de esta tesis fue identificar y analizar, desde un abordaje etnobotánico, la diversidad de variedades frutales del género Prunus y las pautas culturales asociadas a la selección y manejo de dichas variedades locales. Además, siguiendo un abordaje etnohistórico, se buscó contextualizar la dinámica cultural relacionada con su introducción, incorporación y apropiación a un paisaje que es resultado de más de 400 años de interacción entre los saberes y recursos locales y foráneos. De ello se desprende que la metodología utilizada fue interdisciplinaria. A través de la búsqueda bibliográfica en literatura histórica y arqueológica se identificaron las introducciones tempranas, rutas de ingreso e incorporación al sistema agrícola local. Para el relevamiento de la diversidad de “duraznos”, así como prácticas actuales de manejo se utilizó la metodología etnobotánica cualitativa, con estrategias de observación y entrevista, así como caminatas y mapeo de los espacios productivos en compañía de los pobladores. Con el fin de identificar las variedades y detectar las diferencias morfológicas resultantes de los procesos de selección cultural se utilizó la metodología botánica, con observaciones exo y endomorfológicas y aplicación de estudios micrográficos. En un primer momento estos elementos foráneos ingresaron en el NOA de manera forzada, favorecidos por las condiciones ambientales que la definen y con el deseo de los europeos de recrear lo que ocurría en los terrenos de cultivo al sur de España. Entender el contexto histórico local en el que se desarrolló el ingreso, instauración, manipulación y el cultivo efectivo de los “duraznos”- y de otras especies introducidas y de importancia como es el “trigo”- resultó una instancia que permitió reconstruir el camino que recorrió este cultivo hasta su incorporación como parte de los espacios agrícolas junto a cultivos de origen americano. El análisis de las distintas fuentes históricas permite postular que los “duraznos” ingresaron a Jujuy a la zona de los valles secos en el período colonial, desde rutas provenientes del Perú. Las características ambientales y culturales de la zona en estudio permitieron el establecimiento y mantenimiento de este cultivo, a saber el ciclo agrícola prehispánico coincidente con la poda y cosecha de “duraznos”, así como las actividades de labranza y regadío con una red de acequias que permitió el aporte hídrico indispensable. Esto se refleja en la existencia de una diversidad –conformada por un conjunto de 9 etnovariedades que son diferenciadas de los “duraznos” comerciales a nivel local y regional-. Estas etnovariedades se diferencian entre sí fundamentalmente por el carácter de adherencia del endocarpo y pilosidad del epicarpo. Asimismo las distintas variedades presentan usos específicos tales como consumo directo, elaboración de dulces y conservas o deshidratado. Por otra parte, estas variedades se diferencian de las variedades comerciales por su menor tamaño y sabor más dulce. La identificación y comprensión de las estrategias de gestión in situ mencionadas – las que apuntaron a promover su permanencia y estabilización en el tiempo como alternativa alimenticia que otorgó y sigue otorgando a las comunidades rurales parte de su autonomía nutricional-, permite plantear que este elenco de etnovariedades con particularidades propias y usos definidos no son sólo es el resultado de prácticas de cultivo sino también de aspectos históricos locales, donde procesos de selección de variedades (fenotipos), establecidos desde pautas culturales y que opera como mecanismo domesticador, fueron guiados por las preferencias en el consumo y, hoy en día, por alguna instancia de comercialización, lo que puede ser tomado como un ejemplo de la conformación de un paisaje cultural. Desde una primera instancia y a lo largo de esta tesis –con el desarrollo de cada capítulo- se intenta revelar el sentido de identidad que tiene el cultivo de “durazno” para los pobladores de Juella, alternativa que aporta a la consolidación de su propio sistema productivo (donde se conjuga praxis, corpus, transmisión e innovación) en un patrimonio local. En este sentido, el término “duraznos de la Quebrada” constituye un rótulo que los define hacia el interior de la comunidad y también hacia el exterior. En ese rótulo están contenido las características seleccionadas y/o mantenidas por los lugareños a través de siglos de interacción, y que han resistido el ingreso de otras variedades.