“…Lo que quiero decir con esto es que, con más o menos reflejos, las ciencias sociales se ven actualmente obligadas a lidiar con aquello que llaman "paratránsito" motociclístico (Agbiboa, 2020). Mientras la moto llega a ser el principal medio de transporte en muchas regiones, comienzan a aparecer las primeras investigaciones colectivas sobre la motocicleta como auténtico "hecho social total" (ver, por ejemplo, el dossier de Blundo y Guézéré eds., 2022) y se publican cada vez más estudios sobre la amplia gama de relaciones entre la moto y todo un universo de problemas distintos: la antropología de la cultura motociclística (McDonald-Walker, 2000;Pinch y Reimer, 2012), la historia social del diseño de la moto (Rapini, 2007), las relaciones entre motociclismo y las identidades de género (Maxwell, 1999;McDonald-Walker, 2000;Schouten y McAlexander, 1995), la etnografía del uso de motocicletas en la rutina cotidiana de diversos grupos étnicos (Fraser, 2018;Pâpoli-Yazdi, 1982), la traducción o categorización lingüística de la motocicleta en lenguas indígenas (Montani, 2017;Preci, 2020), las consecuencias medioambientales de la introducción de las motos de nieve en el ártico (Helander-Renvall, 2008;Usher, 1972;Pelto y Müller-Wille, 1987), el uso de la moto en la militarización radicalizada (Beevor, 2023;Seignobos, 2014) y, por fin, una literatura tan exuberante como la novela de Cornejo Chaparro y tan inabarcable como la propia marea de las motos, sobre el boom contemporáneo del mototaxismo en regiones como el África subsahariana (Amougou, 2010;Diaz Olvera, et al 2020;Doherty, 2022;Ehebrecht et al, 2018;Evans et al, 2018;Marchais, 2009;Tano, 2018), el sudeste asiático (Frey, 2020;Hansen, 2015;Qian, 2015;Sopranzetti, 2014;Truitt, 2008) o hasta Sudamérica (Boose, 2022;Burgos Ortiz, ...…”