“…Por último, cualquier decisión en torno a la sostenibilidad tiene que favorecer la "rentabilidad social" del proyecto (Chaparro, Olmedo y Gabilondo, 2016), su orientación hacia la "diversidad cultural" (Albornoz y García Leiva, 2017), y el compromiso ético de construir sociedades más inclusivas, solidarias y fraternas (Haye, 2016: 161). Es por estas premisas que la literatura se pregunta con frecuencia por los modelos económicos que mejor garantizan su independencia organizativa y estratégica (Calvo, 2020), o por cómo estos medios se pueden articular en red de cara a intercambiar saberes, dificultades y retos (Ramos, Morais y Barranquero, 2018). En América Latina, uno de los modelos más citados es el de Gumucio (2005), que distingue entre sostenibilidad social (relacionada con el respaldo y la participación de comunidades y sociedad civil), institucional (que atañe a políticas públicas y relaciones humanas y laborales al interior del medio) y económica (los recursos financieros).…”