“…A pesar de las concreciones legislativas respecto a los derechos de participación, autores como Navaridas y Raya (2012) afirman que 'la realidad no refleja una participación activa y significativa de los padres en la vida de los centros' (p.239). En este sentido, en general, las familias de los conglomerados 2 y 4, denotan bajos niveles de participación en la vida de los centros escolares, confirmando de este modo, que en ocasiones, las relaciones entre familia y centro educativo se caracterizan por 'la crónica de un desencuentro' (Fernández Enguita, 1993), por el desapego (Bolívar, 2006), por la aparente contemplación de objetivos diferentes (Maestre, 2009), así como por una comunicación imprecisa e ineficaz que contribuye a considerar dicha relación como un desafío educativo a plantearse (García Bacete, 2003). Según Collet y Tort (2008), el alejamiento que existe a veces entre familia y escuela tiene su origen en la diferencia estructural de las dos instituciones: modernidad versus postmodernidad.…”