La globalización se extiende tanto a las realidades que incluye como a las que excluye, en este último caso produciéndolas como ausencias. De manera más específica, en el interior de la mundialización se producen movimientos simultáneos de globalización y localización que invitan a hablar de una glocalización, en cuya matriz no somos primeramente productores, sino consumidores. La compra se convierte en el eje vertebrador de la sociedad, en la forma por antonomasia de aprehender el mundo.