“…En este sentido, algunos estudios muestran que la maternidad, como experiencia biológicamente supeditada, pone en desventaja a las mujeres, a diferencia de lo que ocurre con los hombres. En este sentido, la paternidad se configura como un proceso de menor preeminencia social y biológica (Moncayo y Zuluaga, 2015) en un contexto laboral como la academia, que se plantea desde una concepción masculina y hegemónica del éxito y la productividad. Finalmente, algunos estudios realizados al sur de Chile, muestran la necesidad de profundizar en los mecanismos culturales que inciden en la segregación de género que se produce en la academia, en tanto se constata que las estructuras de la universidad reproducen la tradición androcéntrica originaria de esta institucionalidad, además de perpetuar las inequidades sociopolíticas y económicas (Kiss, Barrios y Álvarez, 2007).…”