“…En la actualidad, existen multiplicidad de estudios sobre la situación femenina en la antigua Roma pero, aunque contamos con algunas obras de carácter general (Cenerini, 2009;De la Villa, 2004;Gourevitch y Raepsaet-Charlier, 2003;Pedregal y González, 2005), buena parte de la investigación ha sido dedicada a aspectos concretos. Así, siguen siendo numerosas las publicaciones centradas en la prostitución o la maternidad (Cid, 2012;Evans, 2001;Gallego, 2010;González, 2011;Manzano, 2012), hecho que demuestra la pervivencia de la imagen dicotómica de la mujer romana, definiéndola como prostituta o bien como matrona (Bengoochea, 1998: 252). Del mismo modo, y evidenciando uno de los topoi más extendidos en los análisis sobre época tardorromana, son ciertamente abundantes los estudios que giran en torno a las mujeres y su relación con el cristianismo (Evans, 2001;Gallego, 2010;Hidalgo, 1993;Küng, 2002;Marcos, 2006), a menudo otorgando un peso a una realidad cultural y religiosa que, desde mi punto de vista, convendría relativizar.…”