“…Todas estas formas de exposición directa e indirecta a la violencia pueden tener consecuencias sobre las y los menores, las cuales guardan una estrecha relación con el ciclo de la violencia que se esté dando en el núcleo familiar, al posicionarse cada menor de manera diferente en las distintas etapas, y yendo desde la culpa, a la rabia, la empatía o indefensión aprendida (Holden, 2003). En cualquier caso, el conjunto de acontecimientos acaba perturbando una parte o la totalidad de la vida afectiva, cognitiva, conductual y relacional de niñas y niños (Barudy y Dantagnan, 2005), y algunas de las consecuencias que pueden sufrir son de tipo físico (lesiones, retraso en el crecimiento, alteraciones del sueño, estrés post-traumático, entre otros), psicológico (confusión, tristeza, miedo, estrés, baja autoestima, angustia, ansiedad y sintomatología depresiva) (Espinosa, 2004) Menores expuestos a situaciones de violencia de género: la prevención como factor clave vinculación afectiva (Rosser, 2017). Ante ello, se hace necesario plantear alternativas de prevención que, sustentadas en una base normativa sólida, permitan garantizar la protección de estas niñas y niños, y en la medida de lo posible, evitar o disminuir las consecuencias señaladas.…”