“…Este comportamiento se ha analizado desde dos puntos de vista, uno refleja una visión pesimista, en donde se enfatiza la pérdida de valores, y se evalúa la situación como crisis de la familia (en IdESPo, 2003: citado en UNICEF, 2004. La otra visión considera el divorcio o la separación como una opción más con la que cuentan las personas para continuar con su proceso de desarrollo; enfrentando con realismo las dificultades, diferencias y problemas de la relación de pareja; por tanto, el divorcio forma parte de la lógica del matrimonio, ya no es vista como un sacramento eclesiástico indisoluble (Salles y tuirán, 1996). Así, las familias con jefatura en condición de divorcio se duplicaron y pasaron de 2,0% en 1984 a 4,2% en el 2000.…”