Las universidades brasileñas hacen frente a tres crisis interrelacionadas. La primera es el resultado de las políticas neoliberales que han llevado a recortes presupuestarios profundos en educación, ciencia y tecnología. La segunda es la de la propia pandemia, que ya se ha cobrado la vida de más de 600 mil brasileños. Las universidades trabajan para proteger la vida de su comunidad y de la sociedad en general. El sistema de universidades públicas lleva a cabo actividades de extensión en la comunidad universitaria, especialmente pruebas para la detección de infección, fabricación de equipos de protección, investigación básica y aplicada, incluyendo el desarrollo de vacunas, sin olvidar el papel esencial de los Hospitales Universitarios en el tratamiento de los pacientes. La tercera crisis es el resultado del movimiento de extrema derecha, autoritario y negacionista que tiene a las universidades públicas en su punto de mira. Sin embargo, las universidades se han visto fortalecidas por el respaldo de la población, debido al reconocimiento de su rol en la prevención y tratamiento del COVID-19. Las actividades docentes se realizan de forma remota, pero deben hacer frente al desafío que supone la dificultad de acceso a internet de una gran parte de su comunidad. La inclusión digital debe considerarse un derecho de la población universitaria y un deber del Estado tanto durante la pandemia como también en la postpandemia.