“…Durante la mayor parte del siglo XX, en las ciencias sociales, se asoció la secularización con una relación causal entre el avance de la modernidad y la erosión progresiva de las instituciones y las creencias religiosas (Berger, 2006) o, por lo menos, con el confinamiento de la experiencia religiosa al ámbito propio de la vida privada (Luckmann, 1967). Sin embargo, en diversas regiones del planeta, particularmente en América Latina, la modernidad o, más bien, las modernidades, más que la erosión de las creencias religiosas ha traído consigo un proceso de pluralización, mutación y recomposición religiosa (Bastian, 1997;Mallimaci, 2017;Martin, 2002;Morello, 2017). Esta situación obligó a la revisión de los postulados clásicos sobre la secularización, y desembocó en una redefinición del concepto mismo (Davie, 2011).…”