No obstante que la decisión sobre la primera línea metro para Bogotá se esbozó hace 75 años, en la actualidad la ciudad no cuenta con ella, pero tampoco existe una reflexión académica acerca de las razones para tal rezago. Durante este lapso de tiempo, el capital físico e institucional destinado a la movilidad se ha deteriorado al punto de llevar al colapso al sistema de transporte masivo de pasajeros, que tiene varias manifestaciones, siendo las más notables el incremento sustancial en los tiempos improductivos de viaje, la congestión vehicular, la saturación del parque automotor destinado a la movilidad colectiva y la inseguridad personal a la que se exponen los usuarios. En este artículo se sustenta la idea de que en una metrópoli de ocho millones de habitantes, con poderosas inflexibilidades infraestructurales, el trazado de la línea prioritaria del metro debe resolverse en favor de conectar las zonas más densamente pobladas de la ciudad, con lo que se resolverían secuencialmente los rezagos de inversión y se dotaría de mayor sostenibilidad ecológica y financiera al sistema de transporte masivo de pasajeros.