“…El ER facilitó que a través del diálogo se visibilicen las relaciones de sororidad entre las profesoras universitarias, esta narración es necesaria de ser recontada a través de las mujeres ya que en palabras de Lagarde (2014) la sororidad es un concepto que encuentra su inspiración en las prácticas de solidaridad natural que se da en el entretejido tradicional de la relación con sus compañeras, y que incluso sin haber desarrollado una conciencia política feminista, construyen relaciones de apoyo mutuo, no siempre reflexionada, pero que sirve para sostenerse y resistir en el seno del sistema patriarcal, por ello consideramos de implicación mayor que estas relaciones sean concientizadas por las mujeres (Fraser, 2008;Martínez, 2014), pues lo que no se nombra no existe, de tal manera que con la invisibilidad de ellas se perpetúan historias o narraciones restringidas de la sororidad femenina y por ende de las identidades preferidas de estas académicas. Así también, resulta importante no obviar que el reconocimiento feminista de mujeres que ejercen sororidad influye de manera positiva a su vez, en la autopercepción de las mismas, repercutiendo de manera inmediata en la forma en que deciden tratar desde esta premisa a las demás, fortaleciendo de forma general y amplía a la interacción social ya sea esta desde los vínculos que construyan con otras mujeres, con hombres o con instituciones (Roco, 2014;Royo, Cabrera, González, Linares & Suarez, 2017).…”