“…Esto es, estamos ante el deseo y nada más que deseo que se vuelve en productor de sentido y nunca en representación de esencias: "Aquí nos interesa ese vértice... anterior a cualquier representación', a cualquier 'organización' o 'figuración' de lo que sea el cuerpo, pero no cualquier cuerpo sino el cuerpo humano; se trata de pensar el cuerpo desde un 'prius' en dominancia con respecto de figuraciones, relatos, rostros, narraciones, teorías, hermenéuticas, etc... es lo que Deleuze llama radicalmente, siguiendo a Artaud, un 'cuerpo sin órganos'" (Alvarado;Landaeta, 2014, p. 414). Y la música de Boulez, como la filosofía de Deleuze, trabaja, literalmente, con el cuerpo, las fuerzas expresivas (el propio dinamismo de las cosas) y con ellas producen sentido, ya no imitan la naturaleza; y lo más probable es que nunca la creación estética fue representativa y esto contra toda la tradición metafísica de la teoría de la mímesis.…”