“…Primero, es menos probable que los partidos ideológicamente afines se ataquen entre sí, para no disminuir una base común de votantes, mientras que los partidos de ideología opuesta tienen mayores incentivos para ser mordaces en las posiciones de los contrarios, con los que, a final de cuentas, están naturalmente en desacuerdo (Geer, 2012). Segundo, los partidos emergentes o minoritarios tienen incentivos para atacar a los partidos establecidos, identificados con el statu quo y de los que pueden extraer mayores votos que de sus pares minoritarios (Lau & Rovner, 2009;Salmond, 2011;Sullivan & Sapir, 2012;Walter, 2013Walter, , 2014b. En tercer lugar, particularmente en países postautoritarios, los partidos previamente hegemónicos tienden a atacar en función de su amplia experiencia institucional y sofisticación en tácticas de campaña (Sullivan & Sapir, 2012).…”