“…Por otro lado, se hace necesario resaltar que los hombres, sobre todo los más jóvenes, empiezan a apoyar el cambio hacia la igualdad, aunque esto no se traduzca significativamente en un compromiso constante por hacerse cargo de la mitad del trabajo doméstico y familiar (Vega, 1994). Igualmente se considera que, pese a estas posiciones menos tradicionalistas en términos de género, la flexibilización de los roles y la apertura de negociaciones para distribuir las tareas domésticas no son tan objetivas, puesto que la actuación del hombre dentro del hogar es vista como una colaboración de apoyo a la mujer, y no como tareas propias de su rol (Gómez y Jiménez, 2015;Urrutia et al, 2017). En efecto, en este contexto de falta de armonización, entre los cambios producidos en el espacio productivo y reproductivo con el acceso de la mujer al ámbito extradoméstico, se puntualiza en que son las mujeres a quienes les cuesta delegar funciones y se empeñan en asumir directamente todo el trabajo, además son muy exigentes en cuanto al nivel de desempeño en lo doméstico, obstaculizando la transformación del rol masculino.…”