“…Ahora bien, se han planteado distintos modelos de prevención centrados en variables relacionadas con la adopción de estilos de vida saludables que han alcanzado diversos niveles de eficacia derivados del uso de distintas técnicas, entre los que se encuentran: (a) los modelos de prevención global del consumo de sustancias, que centran la atención en el proceso de desarrollo del individuo y la susceptibilidad de consumir (Martín, Torres & López, 2002); (b) los modelos centrados en la reducción y manejo de los síntomas fisiológicos, cuya explicación de base es la vulnerabilidad biológica (Pinet, Viñas & Ribalto, 2009); (c) los modelos de formación y educación en habilidades generales, como la autoestima, autoeficacia y otras variables mediacionales (Aguirre, Caro, Fernández & Silvero, 2016); (d) los modelos centrados en el uso del tiempo libre, basados en actividades deportivas, comunitarias y culturales (Varela, Gradaille & Teijero, 2016); y (e) los modelos basados en componentes biológicos, psicológicos o sociales específicos. Sin embargo, estos modelos no cuentan con suficiente evidencia acerca de su efectividad y, por el contrario, se ha anotado que su naturaleza global y genérica limita los alcances cuando se trata de reconocer el impacto de algunas condiciones particulares de personas y grupos sociales definidos.…”