Esta es la versión de autor del artículo publicado en: This is an author produced version of a paper published in:Cultura y Educación 20.1 (2008)
LAS PARTITURAS COMO SISTEMAS DE REPRESENTACION EXTERNACuando asistimos a un concierto de música clásica, o cuando escuchamos a un aprendiz de música estudiar o ensayar una interpretación, lo que frecuentemente vemos es a una persona leyendo una partitura y traduciéndola en una secuencia de movimientos que producen un sonido.Observando las herramientas que utiliza ese músico o aprendiz de músico, podemos ver las partituras y el instrumento que permite interpretarlas o convertirlas en música, pero hay un tercer elemento no visible, pero esencial, lo que pasa por la cabeza del intérprete desde el momento que toma la partitura de una pieza concreta hasta que se dispone a hacerla sonar en el instrumento.Este tercer elemento, la mente de quien aprende o interpreta la música, es un factor de interés relativamente reciente tanto en la investigación como en la propia educación musical. La investigación sobre el aprendizaje de la música, como dominio de conocimiento, aunque está cobrando una importancia creciente (Jørgensen, 2001; Lehmann, Sloboda & Woody, 2007) está menos desarrollada que en otros dominios. E incluso dentro de esa investigación en el dominio musical, apenas hay trabajos desde la Psicología Cognitiva dedicados a las partituras como objeto de conocimiento y a los procesos psicológicos implicados en su aprendizaje. Pero de hecho, las partituras son un tipo de representaciones externas, es decir, realidades que suponen el establecimiento de una relación intencional entre el medio de representación, unas marcas con cualidades viso-espaciales permanentes; y la realidad representada, en este caso el sonido deseado.Los sistemas notacionales, como la escritura, la notación matemática, los mapas, los En el caso de las partituras, en cuanto sistemas externos de representación, son objetos físicos que se componen de una serie de marcas desplegadas en un espacio bidimensional. El sistema notacional de la música puede entenderse como un objeto representativo, es decir, su función es construir una realidad. El conjunto de marcas que forman una partitura remite a los sonidos de una composición musical. Al ser marcas gráficas poseen la cualidad de permanecer 3 en el tiempo y poder ser manipuladas, transportadas y conservadas, lo que les permite además ser relacionadas con otras representaciones explícitas, facilitando su redescripción en otras representaciones. Una vez producidas, son objetos independientes de su creador, es decir, siguen existiendo aunque su creador ya no esté presente, constituyendo una verdadera memoria musical. En este sentido, tienen la ventaja de ser menos dependientes del contexto que la propia interpretación musical de esas partituras (al menos hasta los tiempos históricamente recientes en que aparecen las grabaciones musicales), pero también requieren de quien quiera interpretarlas un conocimiento del código en el que esas marcas están inscritas. De h...