“…Así, en ciertas épocas, el cuerpo ha pasado de ser un elemento preciado, central e importante para el bienestar, para, en otras épocas, ser motivo de vergüenza, castigo y ocultamiento. Como ejemplo de la influencia de la cultura y, en especial, de las creencias místico-religiosas derivadas especialmente del catolicismo y sus orígenes en Grecia y Roma, el cuerpo tenía un carácter central para la sociedad; en la cultura postmoderna fueron privilegiados los valores de la colectividad y la familia, por encima de la persona y del cuerpo ( Aries y Duby, 1989), lo cual se fue trasformando gracias a esos preceptos psicosociales, generando, según Lipovetsky (1998), una rebelión contra la autoridad y los tabúes sobre el cuerpo, soportada en corrientes teóricas derivadas de la Revolución Industrial, el progresivo y acelerado desarrollo del capitalismo y, actualmente, la sociedad del consumo y el conocer o saber, con la relevancia que tienen las TIC, que dejan entrever lo que Ossa et al, (2005) describen como un mayor culto al cuerpo o a la apariencia física: cuerpo-forma, impulsados por los medios masivos de consumo que llevan a una liberación de costumbres y a la aceptación de una nueva 'sensorialidad' del cuerpo, sensorialidad en la que el cuerpo es solo un instrumento más para su uso y alcance de objetivos que, en últimas, afectan el bien-estar individual y colectivo. Esta influencia cultural, política, religiosa, económica y social muestra que los conceptos de salud y bien-estar son cambiantes y se adaptan a cada cultura, tiempo y territorio.…”