“…En los recién nacidos a término, la incidencia de las convulsiones está entre 1-3/1000 nacidos vivos y reflejan un mal funcionamiento o agresión al cerebro inmaduro; por tanto, una convulsión es una emergencia neurológica que requiere diagnóstico y tratamiento urgente para prevenir la mortalidad y secuelas importantes a nivel neurológico que pueden presentarse a mediano y largo plazo. Los procesos de desarrollo cortical durante el periodo neonatal pueden verse interrumpidos por la presencia de convulsiones; lo que puede llevar a deficiencias cognitivas y riesgo de epilepsia como secuelas graves a largo plazo (1,2).…”