En las viviendas de los burgaleses del siglo xviii, los escribanos se topaban, a la hora de efectuar la descripción de sus enseres y pertrechos, con armas de fuego –escopetas, trabucos, arcabuces, carabinas y fusiles– que, eventualmente, podían ser utilizadas para la práctica de la caza, sea como instrumento de ocio o como herramienta para cubrir, en la medida de lo posible, la necesidad de buscar alimentos cárnicos con que completar la dieta. ¿Existen notorias diferencias entre las categorías socioprofesionales a este respecto? ¿Su devenir a lo largo de la centuria experimentó un gradual incremento o, por el contrario, una paulatina desaparición?