“…Consideramos dentro de esta categoría a los odónimos (nombres propios que designan espacios públicos), pues también son lugares de "inscripción, señalamiento o marcación territorial" de la memoria (Schindel, 2009, p. 66) y existe toda una línea de estudios críticos en torno a ellos (Badariotti, 2002;Alderman et al, 2004;Azaryahu, 1996Azaryahu, , 2011Comard-Rentz, 2006;Rose-Redwood et al, 2008Hagen, 2011). Para algunos autores (Giraut & Houssay-Holzschuch, 2016), el entramado odonímico de los núcleos de población es un auténtico dispositif (Foucault, 1991, p.128-29) que conforma el imaginario colectivo (Nora, 1989;Dwyer, 2000Dwyer, , 2004Johnson, 2004;Foote & Azaryahu, 2007;Kocsis, 2019), de ahí que también hayamos puesto en ellos el foco arqueológico (Van Dyke & Alcock, 2003, p. 3). La distinción que hacemos en este trabajo entre memoriales y odónimos como categorías separadas, por lo tanto, es puramente pragmática (ya que, en puridad, los segundos serían un subconjunto de los primeros), con el objetivo de facilitar al lector una comprensión intuitiva de los elementos considerados.…”