“…Así, cuando se ciñe a un formato de fiscalización del poder (watch dog), resulta incisivo, plantea preguntas delicadas e incluso molestas evitando caer en un seguidismo propagandista (Halperin, 1995). Sin embargo, cada vez resulta más frecuente encontrar en la parrilla entrevistas blandas o "soft interviews" (Berrocal y Quevedo, 2014) donde la vida privada del político adquiere protagonismo y aparecen expuestos sus valores y sentimientos con el fin de humanizar al líder (Quevedo, 2017). En este tipo de formatos son abundantes las "preguntas referentes a la personalidad, gustos y aficiones del personaje, y en menor medida, a su situación sentimental y a la conciliación de la vida laboral y familiar" (Quevedo, 2017: 132).…”