“…A partir del año 2003, a medida que el alto crecimiento económico se acompañaba de una nueva regulación laboral, la conflictividad social bajó en intensidad y los sindicatos retomaron cierto protagonismo (Kessler y Merklen, 2013). No obstante, un conjunto de organizaciones sociales surgidas al calor de la protesta social ha mantenido una intensa actividad en los barrios populares (Kessler, Svampa, González Bombal, 2010;Quirós, 2011;Pérez y Natalucci, 2012;Vommaro, 2017), tanto en relación con las tradicionales políticas sociales de asistencia a individuos en situación de alta vulnerabilidad como en aquellas más recientes que se inscriben dentro del "giro productivo que busca absorber a la población asistida" (Cortés y Kessler, 2013) y apuntan a promover la inclusión a partir del desarrollo de la economía social (Perelmiter, 2016). Lejos de resumirse a una lógica clientelista (Vommaro, Combes, 2016), esta diversidad de organizaciones conforma redes de solidaridad en los territorios populares y participan de la puesta en marcha de políticas sociales focalizadas.…”