“…Lo planteado anteriormente, obliga a invertir en intervenciones específicas de nutrición, para evitar la desnutrición materna e infantil y las deficiencias de micronutrientes en los segmentos pobres de la población con mayor riesgo, lo que marcaría una gran diferencia. Por tanto, se deben incluir políticas sociales beneficiosas para la promoción de la nutrición infantil, que incorporen aspectos como la ingesta dietética materna e infantil, mejorar la situación económica del hogar, usar alimentos terapéuticos para la rehabilitación nutricional domiciliaria, mejorar el nivel educativo de la madre y equilibrar el desarrollo económico y la distribución de recursos entre diferentes regiones (26,27,28). Estas acciones en los primeros años de la infancia pueden ser eficaces para reducir la desigualdad en la salud nutricional en las zonas rurales (29), siempre haciendo énfasis en la educación basada en la comunidad, en las intervenciones nutricionales específicas (30) y en la trasformación de los determinantes sociales que afectan la salud propia, en función de los contextos geográficos de las distintas regiones (31,32).…”