En la actualidad, existe una creciente preocupación acerca del impacto que el consumo de pornografía puede tener tanto en las relaciones afectivo-sexuales como en la violencia sexual. En este artículo se analiza, desde la psicología, los múltiples aprendizajes que su consumo posibilita en varones heterosexuales, teniendo en cuenta las variables contextuales y sociales en las que esta práctica tiene lugar. Se pretende responder a preguntas tales como: de qué manera influye el consumo de pornografía en la excitación sexual, por qué se consume un contenido pornográfico de mayor violencia cada vez, por qué se consume pornografía de manera masiva, qué reglas de comportamiento se extraen de la pornografía y qué consecuencias tiene el consumo de pornografía en las relaciones interpersonales. El etiquetado lingüístico que se realiza del contenido que muestra la pornografía como “prácticas sexuales” y no como “violencia” es una de las variables clave que podrían facilitar la generalización y transferencia de estos aprendizajes al contexto interpersonal. Análisis científicos como el propuesto permiten restar influencia a explicaciones normativas y descontextualizadas de fenómenos como el consumo de pornografía, y favorecer una revisión crítica de la misma. De esta forma, se pretende desenmascarar algunos de los mecanismos que contribuyen al mantenimiento de esta práctica y sus posibles consecuencias en la “sexualidad” de sus consumidores y en las relaciones “sexuales” que establecen con mujeres.