“…En este escenario la muerte del neonato se convierte en una posibilidad imaginada o real que impacta la vida emocional del bebé, 3 de la madre, de la familia del paciente y de los miembros del equipo, [4][5][6][7][8] y promueve maneras particulares de relación al interior de esta subcultura hospitalaria. 9 La muerte de un recién nacido es una experiencia emocional compleja y dolorosa para su familia. 8 El doliente experimenta una pena intensa, 10 insensibilidad, aturdimiento, añoranza, conductas de búsqueda, irritabilidad, debilidad, sentimientos de culpa o vergüenza, desorientación, desorganización de la cotidianeidad, vacío existencial, desamparo, enojo, depresión, negación o experiencias alucinatorias, 9,11,12 entre otras respuestas típicas del duelo.…”