“…Estas operaciones de viralización de bulos son constantes estímulos para reestablecer, masivamente, un nuevo consenso-criterio, aprovechando la irracionalidad humana (Zaltman, 2003;Ariely, 2009), lo que forja una volubilidad y emotividad generalizada, por tanto modificaciones de conducta (Harrell, 2019), para implantar, de manera efectiva, como si fuesen medidas de beneficio para las "mayorías democráticas", discursos pro-derechos humanos girando sobre el mito de la paz-estabilidad del libre mercado, ocultando o romantizando sus contradicciones. Así como la defensa de intereses económicos, tal situación se ejemplifica en cómo, desde Google hasta Facebook y Twitter, censuraron cualquier publicación de Trump, antes y después de la campaña política, en beneficio de Biden, quien sigue la línea del globalismo neoliberal financierista (Formento & Dierckxsens, 2020;Meyssan, 2020) Por otro lado, para garantizar la efectividad de los bulos, se recurre a la alteración o invención de estadísticas, debido a que el cerebro asume los estímulos mediblesverificables como creíbles (Key, 1992;Renvoisé & Morin, 2018), sin cuestionar su veracidad (Adams, 2018), máxime si son emitidos por, supuestas, figuras de autoridad, que persuaden mediante consenso (Cialdini, 2016); en las RRSS, el medio es el mensaje, ya que éstas están diseñadas según públicos meta previamente segmentados; para que el receptor, personalizadamente [según hábitos, costumbres, gustos, preferencias, otros], reciba una información, en forma y contenido, según el interés del emisor. Es decir, una imagen acorde con los valores que se quieren formar (Bartra, 2007;Wunenburger, 2008).…”