“…Es a partir de la década de 1940, cuando el MMPI fue considerado como un instrumento eficaz para el examen de los problemas de salud mental o de personalidad en personas que se someten a investigaciones criminales o ser evaluado para distintas funciones carcelarias (Butcher, Hess, Greene & Nelson, 2015;Butcher, 2013;Megargee, 1977Megargee, , 2006aMegargee, , 2006b. Con la técnica del MMPI se ha investigado una amplia variedad de temas dentro de la población reclusa: características de su personalidad (Fry, 1949), evaluación de la salud mental (Guy, Platt, Zwerling & Bullock, 1985), reincidencia (Pavelka, 1986), peligrosidad (Nieberding, Moore y Dematatis, 2002), violencia de los delincuentes (Jones, Beidleman & Fowler, 1981), personalidad de los asesinos (Ampudia, Sánchez & Jiménez, 2017;Pennuto, 2010) o delincuentes sexuales (Grover, 2011;Lanyon, 1993;Rader, 1977), para ayudar a las instituciones penitenciarias a entender, mejorar y adecuar su trabajo. Pero la agresión no solo se encuentra en los delincuentes, también puede mostrarse en pacientes psiquiátricos y ser necesaria una estrecha supervisión (Eronen, Hakola & Tiihonen, 1996).…”