“…Los procesos globalizadores de la época llevan al gobierno chileno a alinearse a la Declaración de Salamanca (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, 1994), desarrollando una propuesta educativa bajo un contexto político particular, que sometida a las políticas neoliberales instaladas durante la dictadura cívico militar (1973)(1974)(1975)(1976)(1977)(1978)(1979)(1980)(1981)(1982)(1983)(1984)(1985)(1986)(1987)(1988)(1989)(1990), enfrentaba los efectos de la privatización (Moreno-Doña & Gamboa, 2014;Villalobos, 2015), contexto que sigue vigente. Este escenario ha generado una profunda crisis en la escuela chilena (González & Parra, 2016;Tapia, 2003;Verger, Fontdevila, & Zancajo, 2016;Verger, Moschetti, & Fontdevila, 2017), consolidando una estructura de enseñanza que arrastra una lógica de estratificación social. Con la instalación del ideario de la Nueva Gestión Pública, NGP en adelante, (Gunter & Fitzgerald, 2013;Lorenz, 2012;Morales, 2014) se acrecientan las lógicas de rendición de cuentas, la construcción de perfiles de egreso y una formación por competencias (Osandón et al, 2018) tendientes a estandarizar tanto al sistema educativo ( Consejo Nacional de Educación, 2019; Unidad de Currículum y Evaluación, 2014) como a los sujetos que en él participan, a través de un conjunto de normativas dedicadas a enmarcar sus prácticas y trayectorias (Ministerio de Educación de Chile, 2008aChile, , 2015bChile, , 2015c.…”