Hace dos décadas México tocó el cénit de la producción de petróleo y hace 15 años el del gas natural. Desde entonces la producción petrolera ha disminuido a la mitad y la del gas a dos tercios, mientras que las reservas probadas de crudo equivalen al 26 % de las existentes en 2004. A pesar del evidente declive geológico persiste la idea de que el sector de los hidrocarburos es un elemento fundamental para el futuro del país. En este trabajo presentamos una revisión y un análisis crítico de la producción y refinación de hidrocarburos de las últimas décadas y escenarios probabilísticos de la producción futura, para proveer elementos de discusión objetivos sobre la viabilidad de un modelo de país basado en combustibles fósiles.
Nuestro análisis indica que desde hace dos décadas México ha entrado en un proceso irreversible de retornos decrecientes, que implica un incremento de los costos energéticos y económicos tanto en exploración y producción como en refinación, así como una creciente dependencia de las importaciones de gas natural. El agotamiento de los campos gigantes de la Sonda de Campeche se ha intentado compensar con un número creciente de campos de mucho menor tamaño y producción, y a mayores profundidades. Aunado a la necesidad de métodos de recuperación mejorada en los campos maduros, todo esto ha bajado constantemente la tasa de retorno energético (TRE), que es actualmente de menos de la mitad de la de 2004. En consecuencia, aunque desde 2019 se ha estabilizado el nivel de producción, la energía neta disponible para la sociedad y la economía va decreciendo, al tiempo que los costos energéticos y económicos van subiendo.
En el sector refinación, se observa un déficit creciente entre la producción nacional y la demanda de gasolina y diésel, que se compensa con importación. Si bien en los últimos tres años ha empezado un cambio de tendencia, nuestro análisis indica que aún refinando todo el petróleo que se produce en México la cantidad de gasolina producida no sería suficiente para satisfacer el nivel de consumo actual. Por otro lado, el consumo de gas natural de la propia PEMEX para la producción y refinación ha estado creciendo hasta llegar al 60 % de la producción gasífera nacional. Paradójicamente, el esfuerzo para subir la producción y disminuir la importación de refinados produce un incremento de la importación de gas natural, que ya representa el 70 % de la demanda nacional.
El análisis probabilístico indica que no existe la posibilidad de descubrir más campos gigantes y que, en su mayoría, lo que queda por descubrir son campos pequeños o muy pequeños. Los escenarios de declinación que presentamos, basados en el comportamiento histórico de las reservas y la producción, se ajustan mucho mejor al comportamiento real que los publicados en años anteriores por la Secretaría de Energía. Nuestros escenarios indican que para 2030 se tendría una producción de alrededor 1.25 millones de barriles diarios de crudo, sin considerar la explotación de recursos no convencionales. Estos últimos, sin embargo, solo podrían proveer un paliativo temporal al declive de la producción de hidrocarburos a expensas de un alto costo ambiental, energético y económico. Tomando en cuenta el creciente impacto socioambiental y los efectos sobre el clima de la producción y consumo de energía fósil, es necesario pensar en una desescalada de la actividad petrolera, formulando un plan de salida gradual de la dependencia de combustibles fósiles que necesariamente implica una disminución del consumo energético.