“…1 A partir de ese año, las formas, lugares y contenidos teatrales sufrieron una profunda reformulación derivada de nuevos modos de organización de las compañías teatrales, la inauguración de numerosos recintos estatales y "de bolsillo", la incorporación de las novedades del teatro estadounidense y francés, la llegada de directores extranjeros -Seki Sano, Fernando Wagner y Alejandro Jodorowsky, entre otros-, así como la aparición de una nueva generación de dramaturgos y directores mexicanos. Lo anterior contribuyó en conjunto a la creación de nuevos espacios de formación teatral impulsados por instituciones, como el Instituto Nacional de Bellas Artes (Inba), la Universidad Nacional Autónoma de México (unam) y el Instituto Mexicano del Seguro Social (ImSS) (Azar, 1967, p. 153;Moncada, 2011, p. 99;Luna, 2020). El cierre de este periodo puede ubicarse alrededor de 1966, año en que tuvieron lugar dos montajes que los críticos de la época consideraron muestra de la madurez de las nuevas generaciones teatrales: la modernizada puesta en escena de Don Gil de las calzas verdes de Tirso de Molina -adaptada y dirigida por el joven José Luis Ibáñez-y ¡Silencio!…”