“…La pre-sencia de los diversos con sus respectivas cargas culturales, creemos, podía ampliar las posibilidades de lo público político, o sea, ir modificando los límites de sus normativas y contenidos. El marco normativo de acción se movilizaba a partir del diálogo, las negociaciones y la conciencia de interdependencia (Tully, 2004), con lo cual la legitimidad vigente siempre tenía los días contados, de ahí la necesidad de continuos parlamentos. Esta participación fenomenológica permitiría la "puesta en escena" de la cultura del disenso, en palabras del pensador colombiano Carlos B. Gutiérrez, o la profundización de los conflictos, que exige la puesta en marcha de la imaginación y, por lo mismo, la apertura a lo que aún no es, en lo que está por venir.…”