“…En general, los arqueólogos que trabajan sobre los Andes (incluidos los especialistas sobre Cajamarca) reconstruyen el panorama social precolonial tardío sobre la base de la evidencia colonial temprana, que genera hipótesis desde las cuales se puede partir (Ramón 2008:7-10), pero raramente explotan esa evidencia para insistir en la variabilidad. Más bien, enfatizan el trazado de unidades cerradas (Toohey 2016, Watanabe 2015; una crítica a este último trabajo en Ramón 2017). Sin embargo, hay excepciones, como la que se puede observar en el trabajo de Julien (1993) para Cajamarca, quien, enfrentándose a la dificultad de manejar unidades cerradas en un territorio evidentemente multicultural, pero sobre todo donde hay superposición sincrónica de estilos, optó por reflejar esta diversidad en su representación cartográfica de las unidades político-culturales.…”