Las políticas y regulaciones sociales han sido tradicionalmente abordadas a nivel doméstico y global. Consecuentemente, su estudio ha recaído en el ámbito de la política (doméstica) comparada o de los estudios globales (Kennett, 2013; Surender y Walker, 2013; Van der Vleuten, 2016). Más recientemente, sin embargo, y de manera algo modesta aún, la regulación social ha comenzado a ser estudiada a nivel regional en la medida en que la región surge como un espacio relevante para gestionar los desafíos y la incertidumbre asociados a los procesos de globalización económica y social (Bianculli y Ribeiro Hoffmann, 2016; Deacon, Van Langenhove et al., 2010; Riggirozzi y Yeates, 2015). Mientras que el caso de la Unión Europea ha sido explorado de manera exhaustiva, otras regiones y organizaciones regionales han recibido menor atención.
Esto resulta especialmente sorprendente en el caso de América Latina, donde existe una larga historia y tradición de cooperación regional no solo a nivel comercial sino también en otras áreas, que incluyen salud, derechos humanos, no-intervención, y armas nucleares, entre otras (Petersen y Schulz, 2018). Este trabajo busca analizar de qué manera ha ido avanzando la regulación regional social en América Latina. A tal fin, se analiza el caso del Mercosur (Mercado Común del Sur). El análisis muestra que aun en un contexto de
regionalismo abierto o nuevo regionalismo, donde el foco era la liberalización comercial, ya en los años noventa del siglo XX, Mercosur inicia un proceso regional de regulación en dos áreas de política social: educación y salud. Con el tiempo, estas dos áreas, aunque estables, han ido manifestando diferentes patrones de regulación social. Los hallazgos hablan entonces de la necesidad de avanzar en estudios más amplios que nos permitan captar continuidades en los procesos regionales, así como las posibles variaciones entre
áreas de política aun dentro de una misma organización regional, donde la toma de decisiones presenta un fuerte carácter intergubernamental. Finalmente, y desde un punto de vista aplicado, muestra la necesidad de articular aún más lo regional como meso nivel entre lo nacional y lo global para dar respuestas eficaces a los problemas transfronterizos.