“…Con estos datos es posible concordar con lo postulado por Pérez-Álvarez y García-Montes (2001), al referir que esta patología altamente incapacitante pese a manifestarse en cualquier momento de la vida, suele tener una mayor incidencia en la adolescencia. Ante este panorama se hace factible plantear la relación existente entre manifestaciones clínicas de ansiedad y depresión, y la valoración subjetiva de estos estados; con esto, se hace posible, como fue planteado en diversas investigaciones (Azzam, Chandavarkar & Mathews, 2007;Barraza et al, 2015;Barraza-López, Muñoz-Navarro y Behrens-Pérez, 2017;Delgado-Gómez et al, 2019;Gómez-Romero et al, 2018), expresar la existencia de una alta correlación de los estados de ansiedad y depresión y la autopercepción emocional negativa, tal como lo sugieren los datos obtenidos en nuestro estudio. Asimismo, es viable coincidir con Agudelo, Casadiegos y Sánchez (2008;, al aseverar que entre los jóvenes universitarios existe una asociación significativa entre la ansiedad y la depresión; llegando a ser posible sugerir, como lo han hecho Barraza-López Muñoz-Navarro y Behrens-Pérez (2017), que estas correlaciones pueden ser la explicación al modo en que los altos niveles de depresión y ansiedad estarían implicados en la tendencia de los estudiantes a presentar ciclos de pensamientos rumiativos que intensifica las autopercepciones negativas y aumenta la presencia de manifestaciones clínicas de consideración.…”